No seria digno hijo tuyo,
si ahora me rindiese,
si ahora me ahogase,
si abriese los brazos al fracaso.
No sería digno de tu mirada,
si ahora me arrastrase,
mendigando vianda,
cuando tú me hiciste fuerte.
No sería digno de llamarte,
si a tu nombre faltase,
tus enseñanzas olvidase,
si tus palabras no recordase.
Más ahora me levanto,
grito alto tu nombre,
en mi alma tu imagen,
en mi corazón tu mensaje.
Seré digno de tu mirar,
orgulloso de mi linaje,
no tendrás que lamentar,
que a tu nombre falle.
Pues fue tu voluntad,
el destino salvaje,
el que me devolvió a este lugar,
para portar tu estandarte.
Y reír y llorar, perder y vencer,
luchar con coraje,
y que refulja granate,
la armadura de Antares.
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